Estrenamos por fin la primera temporada de torrijas de Una física en la cocina. Esta receta que os traigo es la manera de la que se han hecho las torrijas en Jerez de toda la vida: empapadas en vino (de Jerez, claro) y bañadas en miel. Algunos las hacen con vino fino, otros con vino dulce e incluso Pedro Ximénez. Yo he optado por utilizar un oloroso buenísimo que tenemos en casa, y la verdad es que nos han encantado de esta forma. Además, he probado a hacer algunas con brandy Cardenal Mendoza; también muy interesante el resultado.
Así que a todos aquellos que hayáis comido siempre la versión con leche y canela (también muy rica) os recomiendo que probéis también la de vino y miel, a ver qué os parece. Desde mi punto de vista, el vino le da un toque curioso y aromático que conjuga muy bien con la miel y que se te queda en la garganta por más tiempo. Por supuesto, el secreto de la receta reside en utilizar un vino de calidad y una buena miel, ¡eso siempre!
En cuanto al pan, hice una tanda previa con pan especial para torrijas, pero la verdad es que con pan normal se empapan mejor y toman una textura mucho más agradable.
Ingredientes
- 1 barra de pan del día anterior (no demasiado dorada)
- 1/2 litro de vino oloroso
- Azúcar
- Aceite de oliva virgen extra
- 2 huevos
- 250 ml de miel
- 1 palo de canela en rama
- La cáscara de medio limón
- La cáscara de media naranja
La noche anterior corta el pan en rodajas de 1.5 cm y déjalo envuelto en un paño para que endurezca un poco.
Poner el vino en un cazo junto a 5 cucharadas soperas de azúcar. Calentar a fuego lento para que se derrita el azúcar en el vino antes de que llegue a hervir. Después retíralo del fuego. Si está caliente, deja que se ponga tibio antes de mojar el pan para que éste no se deshaga.
Empapa las rodajas de pan en el vino y déjalas en una bandeja reposando para que suelten el exceso de líquido.
Pon el aceite a calentar y bate los huevos en un plato. Cuando el aceite esté muy caliente, pasa las torrijas por el huevo, sostenlas unos segundos en el aire para que escurran y échalas a freír. Cuando se hayan dorado por una cara dales la vuelta y espera a que se doren por la otra. Sácalas y deja que escurran en un papel de cocina. Cuando ya estén fritas, espolvorea un poco de azúcar glas sobre ellas. El azúcar glas se obtiene batiendo el azúcar en el vaso de la batidora hasta obtener un polvo muy fino.
Para el enmelado, pon la miel, las cáscaras, la rama de canela y una cucharada de azúcar en un cazo. Añade un poco de agua para aclararla. Caliéntala primero a fuego lento para que absorba el sabor de las cáscaras y la canela. Después, sube el fuego hasta que comience a hervir. Mientras burbujea, baña en ella las torrijas por ambas caras y ve sacándolas.
Para conservar las torrijas y que no se sequen, es recomendable colocarlas tumbadas unas sobre otras en un recipiente. Sobre la base pon un charquito de la mezcla de miel y comienza a amontonar las torrijas. Entre capa y capa echa un chorreoncito de miel. Después, tapa bien el recipiente. De un día para otro ve cambiando las torrijas de abajo por las de las capas de arriba, para que así queden todas igual de jugosas.
Que ganas de hacer torrijas este año, a ver si me pongo prontito y mas viendolas por la red mas ganas entran, verdad?
ResponderEliminarBesinessss
Yo tb tengo ganas de hacerlas, aunque por mi tierra es más de buñuelos de cuaresma, pero me viene muy d gusto las torrijas, gracias!
ResponderEliminarBesines
Hace la tira que no como torrijas y no es porque no me gusten ,de este año no pasa ,a ver si me decido con tu receta.
ResponderEliminarUn beso
Lourdes